“Me llamo Omar y soy una nuez.” Así de simple. Así de extraño. “Mi padre era jardinero y mi madre olía a canela. A los dos se los comió el mar poco antes de llegar a la playa.”

“Niño Nuez” cuenta la historia de Omar, un niño venido de lejos, un niño sin padres ni hogar. Un niño con recuerdos y con pesadillas. Un día aparece en el jardín de una “prestigiosa” abogada. Para poder mantenerse juntos, la abogada defenderá que Omar ha caído de un nogal en su propiedad y que, por lo tanto, puede quedarse con él. Durante un juicio alocado, ella misma y una serie de testigos excéntricos afirman que Omar… ¡Es una nuez!

A lo largo de esta historia, nos encontraremos con personajes que más allá de sus profesiones y dones, tienen peculiaridades que les convierten en un coctel humorístico. Los adultos (Un juez simpático pero ya cansado, una abogada insoportable, un fiscal amargado, un botánico inglés excéntrico y solitario, una modista francesa mayor y tierna y un zapatero chulo y nostálgico) esconden heridas y secretos que a veces ellos mismos no conocen. El encuentro con Omar, este niño venido de lejos y tan generoso les ofrecerá un maravilloso regalo: recordar o descubrir entre lágrimas y risas el niño que fueron. Porque como dijo Saint-Exupery  “Todas las personas mayores fueron al principio niños (aunque pocas de ellas lo recuerdan)”.

A lo largo de esta historia, todos estos personajes emprenderán una transformación delante de los ojos de este niño.

En la adaptación teatral, este entrañable relato se enmarca dentro de la historia de dos mujeres migrantes, una narradora y una pianista que llegan a un centro de acogida y deciden actuar, contar y tocar esta historia para compartirla y no olvidarla. Así, se inscribe esta historia en el presente con un claro objetivo de compartirla con todo aquel que quiera escucharla.