Niño Nuez

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ESCENA 1 — HISTORIA DE OMAR 1: PLANTAS Y CANELA

OFF1. — Me llamo Omar. Mi padre era jardinero y mi madre olía a canela. Él dibujaba animales con las hojas de los arbustos y ella lo hacía con una deliciosa masa cubierta de miel. A los dos se los comió el mar poco antes de llegar a la playa. Los vi desaparecer mientras flotaba en aquella cáscara de nuez.

 

ESCENA 2 — JUICIO 1: ¿QUIÉN ERES?

Mientras termina la voz en off, la mujer-actriz,

se coloca detrás de la escalera dispuesta a empezar la historia,

la otra mujer, sentada mira con ojos de niño, deseando que empiece.

La mujer-actriz moviendo marionetas

 

Juez.— Silencio, ¡silencio en la sala! Empieza el juicio… ¿Quién eres?

Omar.— Nuez (con un hilo de voz).

Juez.— ¿Disculpa?

Omar.— Soy una nuez.

Abogada.— Señoría, como abogada de la defensa afirmo que mi cliente es una nuez.

Juez.— ¡Y yo… un pistacho! Pero bueno, ¿es que hoy todo el mundo se ha vuelto loco? Mire letrada, no sé qué le ocurre esta mañana, nunca la había visto comportarse así…

Abogada.— No estoy bromeando, señoría. Este niño, legalmente, es una nuez.

Juez.— ¡Lo que me faltaba por oír! ¿Esa va a ser su línea de defensa?: “¿Mi cliente es una nuez” (La imita en tono de burla) Con ese argumento, el fiscal (apuntando al fiscal) la va a machacar sin compasión

Abogada.— Sería el primer juicio que perdiera en esta sala (con un tono seguro de sí misma).

Juez.— De acuerdo, letrada. Comience su exposición. Reconozco que me tiene en ascuas. Pero le ruego que no se ande por las ramas.

Abogada.— No lo haré señoría. Según el artículo 564 de la ley de propiedad privada de 1879, se establece que cualquier fruto de un árbol que caiga en una finca particular pertenecerá al dueño de dicha propiedad.

Juez.— ¿Y? No la entiendo.

Abogada.— Este niño cayó de un nogal que, casualmente, se halla en mi jardín. Por lo tanto, conforme a la ley, debe quedarse en mi propiedad.

Fiscal.— ¡Protesto señoría! Este niño es huérfano y debe regresar inmediatamente a su centro de acogida.

Juez.— Letrada, por su bien, espero que presente algo más en su defensa. De lo contrario, tendré que darle la razón al fiscal. ¿Tiene algo más que añadir?

Abogada.— Me gustaría llamar a mi primer testigo, señoría.

Fiscal.— ¡Protesto!

Juez.— Abogada, debería habernos informado con antelación de este tema.

Abogada.— Señoría (en voz más baja), no sabía que iban a declarar hasta ayer por la noche.

Juez.— ¿Pero cuántos ha conseguido que testifiquen a favor de su “nuez”?

Abogada.— Varios (en voz muy baja).

Juez.— ¿Podría ser más concreta, abogada? (ella se acerca a su oreja y susurra una cifra) ¡Oh!